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Álvaro's avatar

Muchas gracias por todo el trabajo que haces aquí y en X. Si tuviera que salvar 5 cuentas (por el beneficio percibido) la tuya sería una de ellas.

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Calda's avatar

Por añadir algo:

1.- El daño siempre es real e independiente de la percepción de un tercero, pues el daño es la sensación resultante (o valoración) de unos procesos en un organismo. Lo subjetivo es la valoración de los efectos de un suceso, pero no el daño, el bien o lo inane producido por ese suceso. Mi valoración no afecta lo efectos de ese suceso. El bien y el mal ajenos son independientes de mi percepción. Por ejemplo:

- Si yo concibo como ridículo el sufrimiento por el hecho que pierda tu equipo, eso no elimina el sufrimiento que tú padeces.

- Si yo concibo como un daño la soledad, el matrimonio o la ausencia de riqueza de Juanito, eso no guarda relación con el daño real que experimenta o no Juanito por eso.

- Si yo concibo que los animales son maquinas y no sufren, eso no habla del daño/bien real que experimentan los animales.

- Matar a Pol Pot puede ser percibido como algo bueno y maravilloso, como un bien para el mundo, pero eso no quita que Pol Pot experimente un daño.

Ahora bien, es cierto que la propia valoración o interpretación de un suceso (simplificación de procesos muy variopintos) como malo nos puede hacer experimentar un daño, pero a nivel personal.

- Si yo concibo una desgracia la derrota de mi equipo, estar casado o la podredumbre de una flor, voy a sufrir, aunque esos sucesos no sean "malos" sin mi valoración.

- Si yo creo en el vudú, voy a padecer por ello; si yo no creo, no.

- Si yo pienso que la homosexualidad es pecado, yo puedo padecer al saber que mi hijo lo es.

De ahí lo qué dices: la importancia de la objetividad del daño. Es decir: de conocer qué es daño basado en la facticidad, en la naturaleza de las cosas. Un primer nivel básico y cuasi universal es simple: constitución orgánica y necesidades básicas (algunas son sociales, relacionales). En este sentido es lícito hablar de derecho natural, si entendemos por él la existencia de acciones malas por naturaleza: por su afectación negativa debida a la constitución de un organismo. Esa naturaleza "obliga", salvo que no se quiera hacer el bien.

Un segundo nivel ya es más jodido, pues guarda relación con la historia del sujeto y sus aprendizajes, no siendo independiente del todo de su valoración, pero siendo cuasi imposible un cambio de la misma. Es decir: el sujeto padece un daño al tener lugar un suceso que si bien no lo afecta a un nivel de daño fisiológico o psicológico relativo a las necesidades, si lo afecta por su apego, por sus valores, por su habituación, por concatenaciones causales... (la ruptura de una relación, un nivel de higiene o suciedad al que no se está acostumbrado, la frustración de un objetivo o el malestar psicológico de los sapiens modernos). Yo soy de la opinión que a título personal uno tiene que aceptar la realidad y no sufrir gratuitamente, adaptando la valoración a lo que acontece para no sufrir; pero al mismo tiempo considero que en el trato con los demás uno ha de entender la naturaleza del otro y adecuarse a cómo es.

- Si alguien me traiciona, y elimino mi valoración, dejo de sufrir. Pero si yo traiciono el otro sufre, y eso es independiente a que yo consideré que injustificada su valoración o que ese acto no es traición.

- Si uno corta una relación unilateralmente sin justificación, causa un mal a la persona que quiere mantenerla. El "dejador" accedió voluntariamente a una relación de reciprocidad, y debe tener en cuenta el compromiso y la construcción de la vida del "dejado" en torno a ello. Es cierto que de aceptarlo esa persona dejaría de sufrir, pero lo que es no puede no ser, y uno actua sabedor de la naturaleza de los demás y de los efectos que eso acarrea.

Un tercer nivel podría definirse como deseos, caprichos o preferencias muy subjetivas, cuya modificación es plausible y que no tienen una afectación seria en la vida de la persona allende la valoración (p.ej: escuchar una opinión que no me gusta). Un acuerdo en esto es plausible, pues las cosas son con independencia de mi percepción. Sin embargo, ya sabemos que actuamos en base a nuestras creencias y emociones, y cómo valoramos según esa teoría diádica tendemos a actuar y a modificar al otro atendiendo a lo qué pensamos y no a lo qué acontece.

Por eso, coincido en que más allá de hechos hay que centrarse en la percepción del daño del otro, pues muchas veces sufre por ello. Sin embargo, en cuestiones sociales, sí pienso que lo fáctico puede ayudar a adecuar las percepciones a los daños reales. Un ejemplo es la inmigración: si bien puede haber lugares donde malandros causen mal, ese daño no puede generalizarse más allá del daño real. Otro ejemplo es el feminismo: si bien hay violencia doméstica masculina, de ahí a magnificar el daño real hay un abismo. Quizás sea útil usar el profiláctico de "¿dónde está el daño o el bien?"

2.- El problema gordo es que las cosas son contradictorias. Un suceso puede ser bueno para Pedro y malo para Juan. En este caso, el bien y el daño son reales e irreconciliables. Ahí aparecen los dilemas éticos, el conflicto y la selectividad. No hay universalidad moral, y todos barremos para casa en mayor medida. Existe conflicto entre individuo y grupo, y entre distintos grupos. Sin embargo, el individuo debe contribuir al bien común a la par que contribuye a su propio bien, limitando este si afecta a terceros en cuestiones más básicas (aquí la distinción anterior de tres niveles).

- Trasladar una fábrica de Cuenca a Palencia es un bien para Palencia y un mal para Cuenca.

- Especular con bienes de primera necesidad puede ser un bien para Juan y su familia, y un mal para muchos.

- Invertir en determinadas empresas puede ser un bien al enriquecernos, y un mal al mismo tiempo si sus acciones debilitan nuestra economía.

- Traicionar a un amigo causa un mal, pero puede causarme un bien si los demás me la sudan.

- En el aborto por inconsciencia (no ponerse condón) se mata a un ser humano (en potencia o existente es otro tema) con dinero público, pero se aplica un bien a la madre y quizás uno potencial al niño que no quiere traerse al mundo (presuponiendo menor implicación de aquel que no quiere tenerlo).

A esto se le suma otro problema gordo: la concatenación causal de acciones en apariencia neutras, pero cuyos efectos indirectos sí producen bienes y males. Esto aplica por ejemplo a la natalidad a largo plazo: es lícito no procrear, más faltaría, pero a la larga afecta negativamente al bien común. Lo mismo con cierto paternalismo, relaciones en las que existe dependencia de un miembro a otro o la simple sinceridad: a veces hay que mentir y ser sincero no ayuda. Incluso, como tú bien sabes, esto aplica al tribalismo, detestable e irracional, pero necesario en muchos casos a largo plazo. Muchas veces, es cierto, nos escudamos en esto para concebir como daño algo que no lo produce.

3.- Por cierto, considero bastante estériles los conceptos de derecha e izquierda. En primer lugar, son posiciones en torno a una cuestión según época (hoy izquierdas es x, y mañana puede ser y). En segundo lugar, muchas cuestiones son sustentadas a la vez por personas de posiciones de "izquierda y de derecha".

- El anarcosindicalismo español de principios de siglo no quiere Estado, igual que el neoliberalismo más acérrimo.

- Franco tenía más empresas públicas y bastantes garantías laborales que la posterior democracia, igual que anhelan muchas posiciones "de izquierda".

- Tanto latifundistas clásicos (plantaciones de algodón, de banano, de café...) como ciertos ecologistas están en contra de la industrialización en sus países.

- A la ayuda occidental a Ucrania se oponen pro-rusos, anti-occidentales, "conservadores", nacionalistas de cada país occidental, defensores del internacionalismo humanitario (las guerras son entre élites y muere la gente), anti-belicistas, pro-ucranianos (se está destruyendo al país en contra de los intereses), pro-ianquis (es un gasto estéril, hemos empujado a Rusia en manos de China)...

- Al velo islámico se oponen personas feministas y laicas "de izquierda", así como fundamentalistas religiosos cristianos "de derecha".

En tercer lugar, hay tantas cuestiones inconexas lógicamente que adoptar una posición de derechas o izquierdas hacía las mismas resulta en contradicciones. Por ello, es conveniente concebir las derechas e izquierdas como adscripciones identitarias a un grupo.

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