-“Este es un libro para los que quieren entender a los del otro lado”.
-“Si quieres entenderlos pregúntate: qué daños ven?”
Esta entrada es un comentario-resumen del libro Outraged de Kurt Gray. Voy a intentar resumir las que a mi modo de ver son las ideas más importantes del libro pero para ello nos vendría bien conocer la Teoría Diádica de la Moral y el Encasillamiento Moral previamente porque Kurt construye a partir de ahí. Podéis leer lo básico en el enlace pero para que el que no conozca esos términos no tenga que ir a mirarlo resumo ambas ideas en un párrafo.
La Teoría Diádica de la Moral plantea que la esencia de un acto o juicio moral es una díada, una pareja, en la que un perpetrador inflige un daño intencionado a una víctima. El perpetrador u ofensor tiene agencia y responsabilidad pero no tiene capacidad de sufrir y la víctima o paciente tiene capacidad de sufrir pero no tiene agencia ni responsabilidad. Y la teoría del encasillamiento (a la que dedica en este libro todo un capítulo) consiste en matizar que encasillamos a las personas en uno de estos dos roles de manera que el perpetrador es 100% perpetrador y responsable y 0% capaz de sufrir. Por contra, la víctima es 0%responsable y 100% sufridora. No hay grises ni términos medios, sólo hay blanco y negro. Por ejemplo, en el caso de díadas entre hombre y mujer, el hombre es el agresor o perpetrador y él no puede sufrir ni tiene problemas ni desventajas y si los tiene son causados por él mismo, porque él es el único que tiene agencia (no puede ser víctima de violencia de pareja, no le puede ir mal en los estudios, si se suicida más no es porque sufra más sino por sus defectos masculinos y por no pedir ayuda, etc.). El daño infligido a un perpetrador o villano no es realmente daño porque un villano no tiene capacidad de sufrir. Esta misma dinámica la vemos ahora en acción en el conflicto Israel/Palestina donde ambos bandos hacen afirmaciones razonables de sufrimiento y de ser víctimas. Un bando considera que la víctima es Israel y está justificada su actuación y el otro bando opina todo lo contrario: los palestinos son las víctimas y está justificado todo lo que hacen. Creo que menos gente es capaz de ver el conflicto en tonos grises y apreciar que ambos bandos son perpetradores y víctimas y que ambos bandos tienen agencia y responsabilidad. Lo que suele haber en este, y en la mayoría de conflictos, es una competición por ser la víctima y una vez se consigue ese rol las cosas pasan a funcionar en blanco y negro.
También merece la pena precisar que Kurt Gray está haciendo psicología moral y, por tanto, lo que le interesa es cómo las personas realizan juicios morales y no lo “que deberían hacer”, es decir, que su postura es descriptiva y no prescriptiva. La parte prescriptiva le corresponde más a la ética o la filosofía:
“Dejamos a un lado las cuestiones sobre cómo deberíamos hacer juicios morales para examinar cómo la gente hace juicios morales. Este libro es descriptivo y no normativo, y explora cómo nuestras mentes dan sentido a la moralidad. Por supuesto, estas dos ideas de «hacer» y «debería» pueden entrelazarse, pero aquí nos centramos en la cuestión científica de cómo funcionan nuestras mentes morales. ¿Cómo las personas deciden hasta qué punto algo es inmoral?”
El daño es la llave maestra de la moralidad
Bien, vamos con la primera idea central del libro: El daño es la llave maestra de la moralidad. Un acto inmoral es un acto que causa un daño (intencionado) y un daño causado intencionadamente es un acto inmoral:
“Cuando examinamos nuestra psicología moral, el panorama es sorprendentemente sencillo. En el fondo, todos tenemos la misma cognición moral. Todos tenemos una mente moral basada en el daño. El daño es la llave maestra que abre la comprensión a través de la confusión del juicio moral humano.
Los experimentos revelan sistemáticamente que nuestros juicios morales se basan en nuestra percepción del daño. Condenamos los actos en función de hasta qué punto parecen victimizar a alguien vulnerable. Los actos que parecen completamente inofensivos, como pasear por la playa, se consideran moralmente permisibles. Los actos que parecen moderadamente perjudiciales, como desfalcar a una gran empresa, se juzgan moderadamente inmorales. Y los actos que parecen muy dañinos, como mutilar intencionadamente a un niño, se consideran extremadamente inmorales. Y lo que es más importante, incluso actos que los filósofos podrían calificar de inofensivos -desde romper promesas a los muertos hasta participar en extraños actos sexuales- se juzgan incorrectos en función de cuánto nos hacen sentir que se está victimizando a alguien.
Que la llave maestra de la moral es el daño significa que si quieres saber hasta qué punto alguien condena moralmente un acto, pregúntale hasta qué punto lo considera dañino. Pero a diferencia de una llave física que todo el mundo puede ver, el daño es una cuestión de percepción, y esta percepción no siempre refleja la realidad. Por supuesto, algunos actos (como el asesinato) parecen más obviamente dañinos que otros (como aparcar en doble fila), pero las personas razonables a menudo discrepan sobre la nocividad de un acto, como si consumir drogas es una elección personal o algo que destruye sociedades.»
Parece una perogrullada pero esto tiene su miga porque con este planteamiento Gray está desmontando la teoría mas importante que hay hasta hora en el tema de la moralidad que es la de Jonathan Haidt. Para Haidt hay cinco fundamentos o pilares de la moralidad, que luego se ampliaron a seis. Para Gray hay sólo uno: el daño. Los cinco fundamentos de Haidt son cuidado/daño, justicia, lealtad, autoridad y santidad, a los que luego añadió un sexto (libertad).
Hay que decir que ha habido mucho debate y discusión entre estas dos teorías. A Kurt Gray se le ha intentado desmontar su teoría de que inmoral=daño planteando que hay cosas inmorales que no producen daño. Una de ellas es el famoso ejemplo de Haidt de una relaciones incestuosas, el caso de Julie y Mark, en el que dos hermanos tienen relaciones sexuales consentidas, con uso de preservativo y sin secuelas psicológicas para ninguno de ellos. Aunque no hay ningún daño aparente, la gente sigue diciendo que esa relación incestuosa les parece inmoral. La contestación de Gray es que eso ocurre porque la gente sigue percibiendo un daño y esto es muy importante en moralidad y algo que tocaremos más adelante cuando hablemos de los miedos y amenazas que nos separan. Gray pone el ejemplo de esa pasarela de cristal que hay en el Gran Cañón del Colorado, el Grand Canyon Skywalk. Las personas que caminan sobre ella “saben” que es segura, que no hay riesgo de caer, etc…pero a pesar de ello tienen miedo y unas reacciones instintivas que no pueden controlar. Lo que Gray plantea, y esto es otro concepto básico a tener en cuenta en el tema de la moralidad, es que lo importante en los juicios morales es “el daño percibido” y no el daño real (y que la moralidad tiene mucho de instintiva). Lo importante es si la persona o grupo percibe un daño.
Se han puesto otros ejemplos ademas del caso de Julie y Mark. Hay costumbres en algunos pueblos sobre la pureza o la santidad que aparentemente no guardan relación con el daño. Puede haber rituales o conductas aparentemente aleatorias cuando alguien se muere o cosas de ese tipo pero Gray insiste en que siempre están relacionados con el daño. La gente que hace esas cosas piensa que si no las hiciera bien el difunto, o los que quedan aquí, sufrirían un daño. Por supuesto, no son cosas reales pero la percepción de la gente es así. Personalmente, yo le daría el punto a Kurt Gray, porque creo que su argumento de que la gente, aunque esté equivocada, percibe un daño es un buen argumento.
Con respecto a este tema del daño una cosa que quiero mencionar es el “Concept Creep”, el deslizamiento del concepto, que se refiere al hecho de que a medida que hemos ido progresando y viviendo cada vez en ambientes más seguros nuestro concepto de daño se ha ido ampliando, de manera que cada vez consideramos como daño cosas cada vez más y más pequeñas; cosas que nuestros abuelos no habrían catalogado como daño lo son ahora. Lo menciono pero no entraré en ello.
A riesgo de resultar pesado insisto de nuevo: la idea de que hay cosas inmorales que no son dañinas descansa en la concepción de que el daño es objetivo y podemos decir si está presente o no de forma objetiva. Gray defiende que el daño es subjetivo, es una percepción, está -como se suele decir acerca de la belleza- en el ojo del que mira. El daño es un tema de percepción y de gradación también, hay un continuum, unas cosas son más dañinas que otras. El daño es subjetivo y la cuestión de lo que es una amenaza, un peligro, un sufrimiento (o si un sufrimiento es mayor que otro), la vulnerabilidad (o quién es más vulnerable que otro) son todo ello cosas que están en la mente del observador o de la persona. Y defiende también que muchas de esas percepciones son intuitivas. Esto explica nuestros desacuerdos y la necesidad de tender puentes entre nosotros.
El ser humano ha sido fundamentalmente presa a lo largo de la evolución y no depredador
Este es un punto muy importante para Gray y al que dedica mucho espacio en su libro. Es importante para su teoría porque quiere apuntalar que nuestra mente moral lo que busca es protegernos a nosotros mismos y a los nuestros más que destruir o atacar a los extraños o rivales:
«Para protegerse de la depredación, nuestros antepasados se agruparon en grupos y desarrollaron nuestra adaptación característica: cerebros grandes adaptados a entornos sociales. Pero, como muestra el capítulo 3, vivir en grupo plantea un problema importante: podemos ser dañados por otras personas. Para reducir la amenaza de esta agresión, la humanidad desarrolló un sentido de la moralidad y sentimientos de indignación moral. Este sentido moral nos permitió cooperar, allanando el camino para la sociedad moderna, y nos permitió moralizar muchos valores diferentes, pero en su núcleo nuestras mentes morales se basan en evitar el daño.»
Gray distingue una narrativa de destrucción y una narrativa de protección. La narrativa de destrucción es pensar que las personas “del otro lado” son villanos de cómic que inexplicablemente quieren causar el máximo daño, que quieren destruir el mundo.
Esta narrativa de la destrucción es atractiva porque reduce la complicada verdad del conflicto político a una simple imagen en blanco y negro del bien contra el mal. Cada lado cree que el otro quiere destruirle. Pero para Gray (y cita algún estudio al respecto) la gente está menos motivada por la destrucción que por la protección. “En lugar de la narrativa de la destrucción, los pensamientos y actos del otro bando se describen mejor mediante la narrativa de la protección. La gente hace todo lo posible por protegerse a sí misma, a sus seres queridos y a los miembros de la sociedad, lo que explica por qué prefieren ayudar a su propio bando antes que dañar al otro y por qué las agresiones están ligadas a sentimientos de amenaza”.
Este es un punto clave de Outraged, que las personas respaldan estas posturas no porque tengan sed de conflicto, sino porque intentan salvaguardarse a sí mismos, a sus familias y al país. Y por eso insiste tanto en que somos presas porque un depredador tiene una psicología muy diferente a la de una presa. El depredador juega siempre al ataque:
“Si somos depredadores, la moralidad podría haber evolucionado para garantizar un reparto equitativo del botín de caza. Los depredadores son asesinos seguros de sí mismos, pero -como suele argumentarse- los humanos (como las leonas) necesitamos trabajar juntos para abatir a los animales de caza mayor, por lo que la moralidad garantizaba un reparto pacífico de la carne entre los miembros de nuestro grupo tras una cacería exitosa. La moralidad de los depredadores equilibra los intereses de los individuos agresivos que conviven en grupo para magnificar su poder de caza.
En cambio, la moralidad de una especie de presa es más defensiva, orientada hacia proteger a los individuos de las numerosas amenazas que les rodean. Las presas corren constantemente el riesgo de ser dañadas o atacadas, por lo que su moralidad estaría impulsada por estas preocupaciones. Una moral basada en las presas se centraría más en evitar que la gente explote nuestras vulnerabilidades. La historia que subyace a una moral basada en las presas sería una narrativa de protección, y creo que esta historia se ajusta mejor a nuestra conducta, aunque desafíe la sabiduría del pasado sobre la naturaleza humana».
¿Y por qué es todo esto de ser depredador o presa tan importante para Gray?:
«¿Por qué importa que fuéramos más presa que depredador? Importa porque cambia fundamentalmente quiénes pensamos que somos y cómo entendemos el conflicto moral. Si piensas que la gente es depredadora, entonces se refuerza la «narrativa de la destrucción» del conflicto moral. Imagina que alguien ataca tus convicciones morales. Si lo ves como un depredador, asumes que viene de un lugar de fría confianza, observando desde la oscuridad, esperando el mejor momento para hacerte daño a ti y a tus hijos, una suposición demasiado común en la política actual con acusaciones de lavado de cerebro, grooming y similares. Por otra parte, si la gente tiene miedo en el fondo, entonces sus ataques están impulsados más por la desesperación que por un afán de dominio. No se preguntan «¿cómo puedo hacer daño al otro bando?», sino «¿cómo puedo protegerme de ellos?. Nuestra evolución como especie de presa significa que nuestras acciones se describen mejor con la narrativa de la protección que con la de la destrucción. Incluso hoy, seguimos poderosamente motivados para protegernos de las amenazas».
Personalmente, esta parte de su teoría es la que me parece más floja y menos convincente aunque, por otro lado, no la veo necesaria para sustentar el resto del edificio teórico que nos ofrece el libro. Vivir en sociedad ya supone un riesgo de que nos hagamos daño porque hay que competir por las parejas, los recursos, el estatus en la jerarquía, otros pueden aprovecharse de nosotros, etc., y todo eso ya creo que es suficiente para hacernos sensibles al daño…al daño procedente de nuestros semejantes, de otros seres humanos, no de otras especies. Por eso tenemos las normas morales que restringen el número de conductas que son aceptables y reduce la autonomía personal porque eso ayuda a los intereses del grupo. Porque si desparece el grupo, desaparecen cada uno de sus componentes.
En cuanto a si somos realmente más presas que depredadores yo me inclinaría por una solución salomónica de que somos las dos cosas. A lo largo de nuestra historia evolutiva sí parece que al salir desde los bosques a la sabana por el cambio climático había un riesgo de depredación por parte de felinos y otras especies. Pero durante la vida previa en el bosque el ambiente era bastante seguro para nuestros ancestros o los chimpancés. Y hay datos de que los chimpancés cazan pequeñas presas como pequeños monos. En la sabana nos defendimos con el escudo de vivir en grupos y luego pasamos -según el relato yo creo que más admitido- a ser carroñeros y luego ya cazadores. La carne ha sido un alimento importante para nosotros y hemos sido cazadores claramente en esa etapa posterior.
Yo recuerdo haberle leído a Jorge Wagensberg que los depredadores (felinos, águilas, primates también) tienden a tener los ojos en la parte frontal de la cabeza porque esto les permite una visión binocular, lo que mejora la percepción de la profundidad. Esto es crucial para calcular distancias cuando cazan. Por otro lado, las presas han desarrollado ojos más laterales para maximizar su campo de visión, permitiéndoles detectar depredadores desde múltiples direcciones y así cubrir casi los 360 grados. Esto por su puesto no es una regla universal que se cumpla al 100% y hay excepciones. Atendiendo a este criterio, el ser humano parece estar en un punto intermedio porque tenemos una visión frontal pero también tenemos un campo visual lateral decente.
Dejando estas consideraciones biológicas a un lado yo también tengo serias dudas en cuanto a la aseveración de Gray de que lo que nos motiva principalmente sea la protección y no la destrucción. Gray cita estudios donde la gente parece estar motivada más por proteger a los suyos que por atacar a los rivales pero también hay datos de que nos motiva más atacar a los rivales que el amor hacia los de nuestro grupo. Por ejemplo, hay algún estudio donde se ve que los tuits donde se ataca a los rivales se difunden mucho más que los tuits que destacan al amor al grupo propio. Me parece que las dos cosas están muy unidas. En una situación de conflicto y de competición por recursos, defender a los propios implica atacar a los otros y viceversa…son dos caras de la misma moneda. En conjunto en este apartado yo no le daría el punto a Gray.
La derecha y la izquierda se diferencian por los miedos o amenazas que perciben
Gray asienta un principio básico: todos tenemos la misma mente moral, seamos de izquierdas o de derechas:
“Todos tenemos la misma mente moral, una mente que se preocupa por protegernos a nosotros mismos, a nuestros seres queridos y a los más vulnerables de la sociedad. A todos nos duele el corazón cuando nos enfrentamos al sufrimiento de algo vulnerable, como un cachorro herido que gime asustado. Todo el mundo se indigna cuando alguien victimiza a alguien inocente, como un padrastro enfadado que abusa de su hijastra aterrorizada. No importa qué pegatinas llevemos en el coche, dónde vivamos o cómo nos hayan educado, toda la moral humana se mueve por la misma preocupación: el daño».
«En el fondo de nuestras mentes, toda lucha sobre moralidad se reduce a una cosa: percepciones opuestas del daño. Nos indignamos cuando la gente niega nuestras suposiciones sobre las causas del sufrimiento y cuando rechaza nuestra visión del victimismo. En política y en la vida cotidiana, nos enfadamos cuando la gente no está de acuerdo sobre quién resulta «realmente» perjudicado en una situación. Las percepciones contrapuestas del victimismo alimentan los conflictos en los medios de comunicación, el trabajo y en las discusiones por el tráfico».
Así que tenemos la misma mente moral centrada en el daño pero nos diferenciamos en la percepción del daño. ¿En qué cosas?:
«Hoy en día todos condenan los sacrificios humanos rituales, pero progresistas y conservadores tienen percepciones diferentes del daño, y esto explica muchas divisiones morales. Con la inmigración, los progresistas se centran en el sufrimiento de niños inocentes que huyen de la guerra, mientras que los conservadores destacan las víctimas asesinadas por traficantes de drogas. Con el aborto, los progresistas ven el daño sufrido por las mujeres que carecen de acceso a la atención médica, mientras que los conservadores ven el daño sufrido por los fetos».
“Todas las personas tienen la misma naturaleza humana basada en la preocupación por las amenazas antiguas, y todas las personas están preocupadas por el daño inminente de las amenazas modernas. Pero mientras que alguien de izquierdas puede hacer hincapié en las amenazas de la creciente desigualdad entre ricos y pobres, el racismo sistémico y la destrucción del medio ambiente, alguien de derechas podría hacer hincapié en las amenazas de prohibir las armas de fuego, restringir las libertades religiosas y destruir los símbolos nacionales sagrados.
El punto clave es que las percepciones del daño en ambos bandos son sinceras, incluso si no tienen sentido para ti inmediatamente. Resulta tentador descartar los sentimientos de amenaza de alguien por equivocados o exagerados, pero los estudios demuestran que nuestras convicciones morales se basan en daños percibidos de forma genuina. Una vez que se empatiza con las percepciones de daño de la gente -a menudo conociendo sus experiencias de sufrimiento- se puede entender mejor a la gente del otro lado».
Gray habla de cuatro esferas o aspectos en las que difieren la izquierda y la derecha: los Poderosos, el Entorno, los Divinos y los Otros pero no voy a entrar a describirlas, creo que con estos extractos nos hacemos una idea de las diferencias entre derecha e izquierda:
“Gran parte del desacuerdo político entre la izquierda y la derecha puede explicarse por las diferentes percepciones de cuatro grupos: los Poderosos, el Entorno (cambio climático y la Tierra), los Divinos (Creencia en Dios) y los Otros (inmigrantes indocumentados p.ej.). Más allá de las percepciones de grupos específicos, los progresistas tienden a dividir el mundo en dos bandos -los oprimidos vulnerables frente a los opresores invulnerables-, mientras que los conservadores consideran que todos son igualmente susceptibles de victimización».
Lo esencial de este apartado sería que la mente moral es igual en todos nosotros pero que las suposiciones que hacemos acerca de quién es más o menos vulnerables varían en la izquierda y en la derecha.
¿Cómo podemos tender puentes?
La idea central del libro es tender puentes, es utilizar todo este conocimiento sobre cómo funciona nuestra mente moral en relación al daño para entender a los del otro lado y para que podamos tener un futuro mejor. Y la propuesta es my clara aunque contraintuitiva: la mejor manera de tender puentes es recurrir a las experiencias personales de daño y no a hechos y estudios, a información objetiva y referencias bibliográficas. Imaginemos una discusión con respecto al uso de las armas en EEUU. La gente sintoniza y se hace más empática si le cuentas lo que te ha pasado a ti por ejemplo en el tema de las armas, que un hijo tuyo murió por un accidente con una pistola o lo que sea. Piensa un poco a ver cuándo fue la última vez que en un debate dijiste: “¡caramba, los datos que me han dado son mejores que los míos, tienen razón!” Probablemente nunca. Los hechos no suelen funcionar. Cuando alguien te habla de sufrimiento lo ves más humano y empatizas mejor. También es muy, muy importante, que no tengamos el objetivo de “convencer” a la otra parte como si la conversación fuera una competición a ver quién gana. De lo que se trata es de entender. Hay que enfatizar que tu experiencia es subjetiva y que estas contando tu perspectiva. Y también es muy importante escuchar. Si la otra parte no se siente escuchada vamos a fracasar.
Gray habla en los último capítulos de cómo algunas organizaciones están aplicando estos principios en la resolución de conflictos en diferentes grupos y comunidades con buenos resultados. Hay que ser optimista pero realmente esto que propone Gray de ser humildes, escuchar, validar la perspectiva del otro, invitarle a hablar y expresarse y mostrar nuestra vulnerabilidad para poder así conectar es muy difícil de llevar a la práctica. La humildad moral no es uno de nuestros fuertes. Pero compartir nuestras historias de sufrimiento puede ser un camino.
Y creo que esas son las ideas más importantes desde mi punto de vista. Ha sido una entrada muy larga pero creo que libros que nos ayudan a comprender mejor nuestra naturaleza y el mundo que nos rodea se lo merecen. En el fondo se trata de entender lo mejor posible ese mundo conflictivo que tenemos ahí fuera (y en estos tiempos que estamos viviendo cada vez más) para poder mejorarlo. ¡Tengan cuidado ahí fuera con la moralidad!
Muchas gracias por todo el trabajo que haces aquí y en X. Si tuviera que salvar 5 cuentas (por el beneficio percibido) la tuya sería una de ellas.
Por añadir algo:
1.- El daño siempre es real e independiente de la percepción de un tercero, pues el daño es la sensación resultante (o valoración) de unos procesos en un organismo. Lo subjetivo es la valoración de los efectos de un suceso, pero no el daño, el bien o lo inane producido por ese suceso. Mi valoración no afecta lo efectos de ese suceso. El bien y el mal ajenos son independientes de mi percepción. Por ejemplo:
- Si yo concibo como ridículo el sufrimiento por el hecho que pierda tu equipo, eso no elimina el sufrimiento que tú padeces.
- Si yo concibo como un daño la soledad, el matrimonio o la ausencia de riqueza de Juanito, eso no guarda relación con el daño real que experimenta o no Juanito por eso.
- Si yo concibo que los animales son maquinas y no sufren, eso no habla del daño/bien real que experimentan los animales.
- Matar a Pol Pot puede ser percibido como algo bueno y maravilloso, como un bien para el mundo, pero eso no quita que Pol Pot experimente un daño.
Ahora bien, es cierto que la propia valoración o interpretación de un suceso (simplificación de procesos muy variopintos) como malo nos puede hacer experimentar un daño, pero a nivel personal.
- Si yo concibo una desgracia la derrota de mi equipo, estar casado o la podredumbre de una flor, voy a sufrir, aunque esos sucesos no sean "malos" sin mi valoración.
- Si yo creo en el vudú, voy a padecer por ello; si yo no creo, no.
- Si yo pienso que la homosexualidad es pecado, yo puedo padecer al saber que mi hijo lo es.
De ahí lo qué dices: la importancia de la objetividad del daño. Es decir: de conocer qué es daño basado en la facticidad, en la naturaleza de las cosas. Un primer nivel básico y cuasi universal es simple: constitución orgánica y necesidades básicas (algunas son sociales, relacionales). En este sentido es lícito hablar de derecho natural, si entendemos por él la existencia de acciones malas por naturaleza: por su afectación negativa debida a la constitución de un organismo. Esa naturaleza "obliga", salvo que no se quiera hacer el bien.
Un segundo nivel ya es más jodido, pues guarda relación con la historia del sujeto y sus aprendizajes, no siendo independiente del todo de su valoración, pero siendo cuasi imposible un cambio de la misma. Es decir: el sujeto padece un daño al tener lugar un suceso que si bien no lo afecta a un nivel de daño fisiológico o psicológico relativo a las necesidades, si lo afecta por su apego, por sus valores, por su habituación, por concatenaciones causales... (la ruptura de una relación, un nivel de higiene o suciedad al que no se está acostumbrado, la frustración de un objetivo o el malestar psicológico de los sapiens modernos). Yo soy de la opinión que a título personal uno tiene que aceptar la realidad y no sufrir gratuitamente, adaptando la valoración a lo que acontece para no sufrir; pero al mismo tiempo considero que en el trato con los demás uno ha de entender la naturaleza del otro y adecuarse a cómo es.
- Si alguien me traiciona, y elimino mi valoración, dejo de sufrir. Pero si yo traiciono el otro sufre, y eso es independiente a que yo consideré que injustificada su valoración o que ese acto no es traición.
- Si uno corta una relación unilateralmente sin justificación, causa un mal a la persona que quiere mantenerla. El "dejador" accedió voluntariamente a una relación de reciprocidad, y debe tener en cuenta el compromiso y la construcción de la vida del "dejado" en torno a ello. Es cierto que de aceptarlo esa persona dejaría de sufrir, pero lo que es no puede no ser, y uno actua sabedor de la naturaleza de los demás y de los efectos que eso acarrea.
Un tercer nivel podría definirse como deseos, caprichos o preferencias muy subjetivas, cuya modificación es plausible y que no tienen una afectación seria en la vida de la persona allende la valoración (p.ej: escuchar una opinión que no me gusta). Un acuerdo en esto es plausible, pues las cosas son con independencia de mi percepción. Sin embargo, ya sabemos que actuamos en base a nuestras creencias y emociones, y cómo valoramos según esa teoría diádica tendemos a actuar y a modificar al otro atendiendo a lo qué pensamos y no a lo qué acontece.
Por eso, coincido en que más allá de hechos hay que centrarse en la percepción del daño del otro, pues muchas veces sufre por ello. Sin embargo, en cuestiones sociales, sí pienso que lo fáctico puede ayudar a adecuar las percepciones a los daños reales. Un ejemplo es la inmigración: si bien puede haber lugares donde malandros causen mal, ese daño no puede generalizarse más allá del daño real. Otro ejemplo es el feminismo: si bien hay violencia doméstica masculina, de ahí a magnificar el daño real hay un abismo. Quizás sea útil usar el profiláctico de "¿dónde está el daño o el bien?"
2.- El problema gordo es que las cosas son contradictorias. Un suceso puede ser bueno para Pedro y malo para Juan. En este caso, el bien y el daño son reales e irreconciliables. Ahí aparecen los dilemas éticos, el conflicto y la selectividad. No hay universalidad moral, y todos barremos para casa en mayor medida. Existe conflicto entre individuo y grupo, y entre distintos grupos. Sin embargo, el individuo debe contribuir al bien común a la par que contribuye a su propio bien, limitando este si afecta a terceros en cuestiones más básicas (aquí la distinción anterior de tres niveles).
- Trasladar una fábrica de Cuenca a Palencia es un bien para Palencia y un mal para Cuenca.
- Especular con bienes de primera necesidad puede ser un bien para Juan y su familia, y un mal para muchos.
- Invertir en determinadas empresas puede ser un bien al enriquecernos, y un mal al mismo tiempo si sus acciones debilitan nuestra economía.
- Traicionar a un amigo causa un mal, pero puede causarme un bien si los demás me la sudan.
- En el aborto por inconsciencia (no ponerse condón) se mata a un ser humano (en potencia o existente es otro tema) con dinero público, pero se aplica un bien a la madre y quizás uno potencial al niño que no quiere traerse al mundo (presuponiendo menor implicación de aquel que no quiere tenerlo).
A esto se le suma otro problema gordo: la concatenación causal de acciones en apariencia neutras, pero cuyos efectos indirectos sí producen bienes y males. Esto aplica por ejemplo a la natalidad a largo plazo: es lícito no procrear, más faltaría, pero a la larga afecta negativamente al bien común. Lo mismo con cierto paternalismo, relaciones en las que existe dependencia de un miembro a otro o la simple sinceridad: a veces hay que mentir y ser sincero no ayuda. Incluso, como tú bien sabes, esto aplica al tribalismo, detestable e irracional, pero necesario en muchos casos a largo plazo. Muchas veces, es cierto, nos escudamos en esto para concebir como daño algo que no lo produce.
3.- Por cierto, considero bastante estériles los conceptos de derecha e izquierda. En primer lugar, son posiciones en torno a una cuestión según época (hoy izquierdas es x, y mañana puede ser y). En segundo lugar, muchas cuestiones son sustentadas a la vez por personas de posiciones de "izquierda y de derecha".
- El anarcosindicalismo español de principios de siglo no quiere Estado, igual que el neoliberalismo más acérrimo.
- Franco tenía más empresas públicas y bastantes garantías laborales que la posterior democracia, igual que anhelan muchas posiciones "de izquierda".
- Tanto latifundistas clásicos (plantaciones de algodón, de banano, de café...) como ciertos ecologistas están en contra de la industrialización en sus países.
- A la ayuda occidental a Ucrania se oponen pro-rusos, anti-occidentales, "conservadores", nacionalistas de cada país occidental, defensores del internacionalismo humanitario (las guerras son entre élites y muere la gente), anti-belicistas, pro-ucranianos (se está destruyendo al país en contra de los intereses), pro-ianquis (es un gasto estéril, hemos empujado a Rusia en manos de China)...
- Al velo islámico se oponen personas feministas y laicas "de izquierda", así como fundamentalistas religiosos cristianos "de derecha".
En tercer lugar, hay tantas cuestiones inconexas lógicamente que adoptar una posición de derechas o izquierdas hacía las mismas resulta en contradicciones. Por ello, es conveniente concebir las derechas e izquierdas como adscripciones identitarias a un grupo.